Sin ceremonia alguna, ni siquiera el arriado de la bandera o la formación reglamentaria para despedir al último mando en plaza de una misión que se prolongó 20 años. La salida de los últimos militares de EE UU de Afganistán fue el lunes un momento histórico en sordina que a duras penas atemperó el caos y la violencia que habían rodeado la retirada. El toque de corneta habitual de los cuarteles fue sustituido por mensajes desde Washington, donde el presidente Joe Biden y el secretario de Estado, Antony Blinken, confirmaron la retirada minutos después de que lo hiciera el Pentágono.
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