“Aquí la gente está hundida. Si no está depresiva está a punto”. Quien habla es Jonay Pérez. Él no es únicamente el concejal de seguridad del Ayuntamiento de El Paso, el municipio de 7.600 habitantes en el que se ubica el volcán Cabeza de Vaca que entró en erupción el pasado domingo. También es vecino, desde que nació, del asentamiento de El Paraíso, que el lunes fue arrasado por una lengua de lava llevándose por delante viviendas, fincas y comercios. Uno de ellos es el de su madre, que poseía una tienda de víveres. “Ella ha perdido cinco kilos en dos días. Su tienda está totalmente entullada [canarismo que significa cubrir algo con tierra u otros materiales]. La lava le pasó por encima”. La madre de Jonay ha perdido 30.000 euros solo en mercancía. Pero eso es solo el dinero. “La mayoría hemos nacido ahí. Hemos perdido toda nuestra vida”.
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