El Real Madrid vuelve al trabajo con muchas tareas adelantadas, pero otras todavía por completar. Los casos que han quedado pendientes después de las vacaciones son los de los traspasos de Gareth Bale y James Rodríguez, y el del posible fichaje de Paul Pogba.
El caso del colombiano es el más sangrante.
El Real Madrid confiaba que tras dos años en el Bayern de Múnich, el mediapunta —que ha hecho una Copa América más que decente— pudiera volver a formar parte de la disciplina blanca, pero la vuelta al banquillo de Zinedine Zidane acabó por desbaratar esa opción.
Toda vez que se confirmó el regreso de Zizou al club en marzo pasado, se sabía que el futuro de James estaba lejos de Concha Espina, pero el quid de la cuestión era saber dónde iba a acabar el habilidoso colombiano.
La Juventus era el equipo que parecía mejor posicionado para llevárselo, juntándole de nuevo con su gran amigo Cristiano Ronaldo, pero una conversación con Carlo Ancelotti —su valedor en el Real Madrid y en el Bayern de Múnich—hizo que su destino tomara un giro hacia el sur y apuntara a Nápoles.
Sin embargo, desde la eliminación de Colombia en la Copa América, se han repetido los rumores de que Diego Simeone ve en James al hombre adecuado para llevar las riendas de su Atlético el año que viene. Se habla de una oferta que entusiasma a James, que empezó una relación con un guapa modelo venezolana el año pasado y a quién le gustaría más residir en Madrid que en el sur de Italia.
Obviamente, el mediapunta cafetero puede tener todas las intenciones de mantenerse en Madrid —donde también reside a tiempo parcial su exmujer Daniela Ospina con su hija Salomé—, pero el Real Madrid no puede acceder a un traspaso de James al Atlético de Madrid.
Ya a principio de verano saltaron las alarmas cuando el Real Madrid vendió a Marcos Llorente, un jugador en plena progresión y auge deportivo, al rival capitalino. 40 millones de euros fueron la clave para que el canterano cambiara de acera, en un movimiento que — a la larga— puede acabar siendo traumático para la afición madridista. Pero cruzar ese mismo umbral con James sería mucho más peligroso.
El colombiano es un talento de nivel mundial. Cualquier equipo querría tenerlo en sus filas y, bien encauzado, su fútbol puede guiar a un club a las cotas más altas. Que Zidane no sea amigo de ese talento (como del de Dani Ceballos) no significa que el Real Madrid no sepa que tiene entre manos a uno de los jugadores más seguidos de Europa, y vendérselo a un acérrimo rival como el Atlético de Madrid podría ser un craso error difícil de enmendar a medio plazo.
Los colchoneros, con solvencia económica tras los multimillonarios traspasos de Rodrigo, Lucas y Griezmann, estarían dispuestos a pagar por el colombiano los 40 millones de euros que pide el Real Madrid al contado. El Napoli querría una cesión de un año con opción de compra el año que viene.
Obviamente, los blancos querrían recibir el dinero contante y sonante antes que después, pero en este caso, parece recomendable esperar y ver a James lejos de la capital, no vaya a ser que decida por explotar todo su potencial y acabe restregándole en la cara a los blancos su decisión de dejarle marchar.
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