Los 14.000 migrantes retenidos en Del Río, un pequeño municipio al sur de Texas, en la frontera con México, se han convertido en la última cara de la crisis migratoria. La caravana, formada mayoritariamente por haitianos, logró entrar en Estados Unidos el pasado jueves y desde entonces espera en un precario campamento debajo del puente que une a los dos países. El Gobierno estadounidense de Joe Biden ha cerrado la frontera para evitar la entrada de más grupos y ha insistido en que los migrantes que lleguen de manera ilegal serán “devueltos” a sus países de origen. “Si viene a Estados Unidos ilegalmente, será expulsado. Su viaje no va a tener éxito y habrá puesto en peligro su vida y la de su familia”, ha dicho en una rueda de prensa en Del Río el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas.
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