Ha tardado tres meses en ser abierto, pero su lectura no cesa de acaparar titulares y no ha dejado a nadie indiferente. En Alemania, donde la familia Albrecht es más que popular, el testamento de Cäcilie Albrech, la dueña de la cadena de supermercados Aldi, se ha consumado como una venganza contra su nuera y sus nietos, con los que mantenía una relación complicada en lo económico y lo personal que era la comidilla de la crónica social alemana.
“Han abusado de la voluntad de su padre y utilizado la Fundación Jakobus para sus propios intereses. No están capacitados para asumir ninguna responsabilidad en la Fundación Markus” y, por esa razón, Cäcilie dejó claro y por escrito que su última voluntad era desvincular a su nuera y sus nietos de cualquier relación con dicha fundación, de la cual ella fue la titular hasta su muerte en noviembre de 2018 a los 92 años.
Para entender el tema de las fundaciones a las que se refiere el escrito hay que conocer el organigrama de la empresa. Fundada en 1936 por su marido Theo y el hermano de este, Karl, como una tienda de ultramarinos en Essen, como recuerdan en El Mundo, la labor de la mujer del primero fue muy importante en el desarrollo y crecimiento del negocio familiar.
Unos 30 años después, los Albrech decidieron dividir su imperio en tres partes -cada una de ellas sería gestionada a través de una fundación diferente- para asegurarse que no entrasen capitales externos que se hiciesen con el control. Así, dos de las fundaciones fueron para los herederos y la tercera, llamada Markus, se la quedaron los dos hermanos fundadores con un 61% de las participaciones.
Tras la muerte de su cuñado Karl en 2014 -su marido Theo había fallecido cuatro años antes-, Cäcilie Albrecht pasó a ser quien dominase en solitario dicha fundación, en la que no ha querido que su nuera Babette ni sus cinco nietos entren.
Los problemas entre nuera y suegra vienen de lejos y, según El Mundo, el carácter derrochador de la primera ha tenido mucho que ver. Algo de lo que le habría avisado en su día su propio hijo, Berthold, fallecido en 2012 y que le dio cinco nietos. El ritmo de vida de Babette y sus hijos se ha ido comiendo el dinero de los fondos de la fundación que heredaron tras la muerte de Berthold llegando a superar con creces los 25 millones de renta destinado a los herederos.
Un ritmo de vida de lujos, viajes y apariciones en cualquier evento público que se celebre en Alemania que siempre disgustó a la matriarca del clan, quien se caracterizó siempre por una existencia tranquila y alejada de los focos. Tanto ella como su marido y su cuñado sabían lo que era empezar desde abajo y nunca olvidaron sus raíces. Además, en el caso de Cäcilie y Theo, el secuestro que este sufrió a comienzos de la década de los setenta les dejó algo tocados y preferían vivir de puertas para adentro, en la tranquilidad de su casa.
Disgustada por cómo la viuda de su hijo y sus huérfanos dilapidaban la herencia familiar, la dueña de Aldi se ha cobrado su propia venganza dejándoles fuera de su testamento. Seguirán disfrutando de la fundación de Berthold Albrecht, pero no tendrán una sola participación en la suya, la que realmente gobierna el imperio.
El gran beneficiado de esta decisión ha sido el otro hijo del matrimonio Albrecht, Theo Jr. El día del funeral de Cäcilie uno de los aspectos más comentados fue la ausencia de su nuera y sus nietos. El abogado de todos ellos, Andreas Urban, dice que “los herederos de Berthold Albrecht no tienen nada que reprocharse”, según informa El Español.
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